La gente del mundo que percibe el contraste entre la globalizada chismografía mediática y la realidad que palpa directamente pateando las calles de la Venezuela rebelde, formula preguntas muy interesantes que no resultan tan obvias a la hora de responderles.
Para explicar el liderazgo de un personaje histórico como Hugo Rafael Chávez Frías es necesario compenetrarse con una venezolanidad arraigada desde los cimientos más profundos de nuestra historia. Comprender cómo funciona el saber popular, es algo que los negativos no han podido aprender, ni siquiera después de cinco siglos de dominio económico y cultural.
Su liderazgo proviene del espíritu de nuestros antepasados, alzados en pie de guerra contra el otro extremo de nuestros antepasados que llegaron de ultramar. Responderles que Chávez es un piache que a todos embruja con su presencia, es reducir la fuerza expresiva de un símbolo a los estrechos linderos de la palabra. No son tan importantes los libros de historia que ha leído el Comandante, sino con qué visión los aborda. Qué filtros utiliza para evaluarlos y qué respuestas obtiene su mente.
Lo elemental subyace en el fondo de la historia. El binomio originario expresado entre las líneas de un discurso de dominación que emerge de los coros de la primera modernidad que entró por México cabalgando y se llevó en la punta de su lanza, el botín originario para financiar la primera revolución industrial; y engendró en el vientre de la Malinche, el fruto de la liberación edípica, representada por los lanceros del llano, en la venganza de Atahualpa, allá en las Queseras del Medio.
Así mismo, y a pequeña escala, los negativos pudieron con las perlas saqueadas de Cubagua construir la ciudad de Cumaná, sobre los huesos de los cumanagotos. El binomio originario es una relación tensa de dominio-resistencia de una cultura colonial que muta generacionalmente por efectos de una resistencia que tiene dos siglos emancipándose, y está a punto de liberarse integralmente. El discurso de la cultura dominante redactado con olor a sangre y a pólvora, las primeras lecciones de historia patria donde narran la epopeya de la Venezuela Heroica, la historia de la clase dominante, la de los que sabían leer.
Qué significa ese ser tan cotidiano, que habla como la gente y no asume lo que la gente que se cree bonita, imagina debe ser un presidente.
Significa abrir un telón que ha ocultado escenarios históricos que no explican la batalla de Lepanto sin el botín originario del tesoro robado de los palacios de Moctezuma Xocoyotzin. La salida de Europa de un mundo dominado por Otomanos, Egicios y Asiáticos, de donde apenas constituía una periferia. Una primera modernidad dominadora justificada por un santo como Rodrigo Borgia, que llegó a gobernar el Estado Vaticano con sus hijos y sus amantes, a repartir los negocios de un mundo que tampoco le pertenecía; escondido tras la envestidura de Su Santidad Alejandro VI, allá en Tordesillas, para adueñarse del mundo y convertirse en su centro.
Los observadores externos a nuestro proceso quieren saber a qué historiadores ha estudiado nuestro presidente para percibir con tanta fluidez, el rumbo de la historia. Les recuerdo entonces, para decirlo en sus términos, que recuerden el cuento de Edgar Allan Poe, aquel de la Carta Robada, donde todas las técnicas detectivescas fallan a la hora de encontrarla en un lugar demasiado descubierto, donde la lógica racional del policía, jamás la buscaría. Así opera la mente del piache, un varón transparente, que cuando dio golpe lo asumió como un hombre, y pagó con dignidad en la cárcel. No como los líderes virtuales creados en la pantalla televisiva, negativos oposicionistas que ni siquiera se dan cuenta que defienden los restos de una cultura colonial de dominio, que leen manuales de instrucciones, para buscar una carta, donde ellos mismos la esconderían.
Los negativos no podrán comprenderlo porque sólo ven la inmediatez de la urbanización donde viven, y todavía creen que Venezuela es Caracas; mucho menos podrán ver como Chávez, que no separa como los chamanes, el pasado, el presente y el futuro. Por eso la gente cree en él, después de una década de historia, sigue cumpliendo con su palabra, porque es la misma de ayer, de hoy y de siempre.
Chávez ve la historia desde el marco de la relación dominación colonial que comienza con la resistencia india, avanza con las explosiones sociales y las guerras civiles que consolidaron la emancipación y de la liberación económica al poner a PDVSA al servicio del pueblo, y finalmente la liberación ideológica y tecnológica que se inicia con el satélite Simón Bolívar.
Publicado en Aporrea el 18 02 de 2009